Él es el gran He! Para sus amigxs. Por ejemplo, un día con Raúl nos fuimos en un viaje místico y con todos los poros de la percepción bien abiertos empezamos a imaginar un mundo en que los Ositos de Feli cobraban vida y se deslizaban por arcoíris entre las nubes que sonreían con sus ya clásicas caritas, y los árboles los recibían con sus esponjosas copas en las que rebotaban de forma amistosa
Los niños de cabecita de ruca se multiplicaban a la par que nuestras risas y con entusiastas He! nos invitaban a seguir con la diversión. Así fue como nació el He! entre lxs amigxs de Felipe Mafalda, el mejor amigo de todos, que también desde una nube nos saludaba sobre su bicicleta, con su parka esquimal flúor, He!
La fantasía de su universo se articula en el coleccionismo sin tregua, en ese lugar que puede ser la infancia o el devenir nostálgico de un recuerdo en desuso. La huella que trazan sus personajes, depurados en la repetición, apela a la lógica del legado, del tesoro invaluable que cobra un sentido cuando es enlazado con un recuerdo o un sentimiento.
Feli es un artista busquilla inusitado, inclasificable y que nos conmueve desde el objeto encontrado, largamente buscado, entre los recovecos de la biografía generacional de quienes compartimos su tiempo y territorio estético. El trazo de Feli tiene que ver con lo emotivo, con lo espontaneo que se hace universal, un código común, acaso un santo y seña para entrar a la intimidad de su Pieza. Y esta invitación parece extenderse hacia nuevas generaciones que se dejan fascinar por el colorido, por la historia, por la dedicación. Así como sus dibujos son los herederos de historias animadas que forjaron un mundo emotivo, tales como Marco, Heidi y otros personajes de infancias heroicas y conmovedoras han sido piedras fundacionales en la emotividad y subjetividad de quienes crecimos en las décadas de los 80tas, 90tas
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